El primero de los dos casos fue el
"Era en el tiempo de las castañas de 1.938. Aquella tarde, como todas, antes de anochecer –explicaba Francisca– mi padre montó en la mula para ir a coger castañas. Fue al llegar a un camino que llamamos Las Tortiñosas cuando se encontró con una mujer enlutada. Era muy alta y llevaba un vestido largo. Esta mujer, iba delante de la mula, al mismo paso, y dando la espalda a mi padre. Guardando, siempre, la misma distancia, ya fuera la bestia "lista" o fuese despacio, la mujer del luto siempre se mantenía a unos cinco metros".
LA SINIESTRA FIGURA
El Rojillo, como Francisca recordaba que apodaban a su padre, desde un primer instante sintió escalofríos ante aquella presencia que iba delante de su caballería. El Rojillo, debió pensar aquello de que “el que canta, su mal espanta” y comenzó a cantar en voz alta. En realidad, lo que intentaba comprobar es si la figura se giraba, pero la situación no cambió. Aquello que precedía al de Garganta y que asoció a una mujer por los ropajes negros y largos que vestía, seguía avanzando delante él y su mula, sin incrementar ni reducir la distancia que les separaba.

“Mi padre - cuenta Francisca Gómez - detuvo al animal para que bebiese en la fuente de La Ritera. Ahí es cuando mi padre tembló de miedo, porque lo mismo que le había precedido al mismo paso, ahora, al detenerse, la mujer también se paró. Quieta, de espaldas, tan alta y toda enlutada, de pies a cabeza, aquella figura silenciosa hizo que mi padre, un hombre valiente donde los hubiera, temblara de espanto y azuzase a la bestia para regresar a casa. Aunque, luego en el camino de vuelta pensó: "¡Qué sea lo que Dios quiera!". Y se fue a por las castañas."El testigo jamás supo qué fue aquello que les iba abriendo camino a él y su mula en aquél anochecer verato.
"Siempre avanzaba mostrándole la espalda - dice la hija del Rojillo - incluso cuando se paró porque mi padre también lo había hecho. Supongo que como llevaba un vestido negro que le cubría la cabeza y con unos faldones que le arrastraban hasta los pies, mi padre debió pensar que era una mujer. Pero lo que repetía mi padre cuando llegó a casa, blanco como la pared, es que le llamó mucho la atención el extraño brillo que tenían aquellas ropas".
LA CABAÑA Y EL DIABLO

Hasta ese momento mi tío no debió asustarse porque no se vino al pueblo huyendo. Una vez sentados junto al hogar, fue cuando el de Garganta observó algo que le hizo estremecerse y palidecer de puro pánico. Aquella señora, en vez de pies, ¡tenía pezuñas de cabra!. Ahí, fue cuando mi tío, sorprendido y asustado, dejó escapar la exclamación: ¡Jesús!. En ese momento, la mujer, el diablo, Dios o lo que fuera, salió disparado y desapareció, no volviendo más".
Hablando de José Pancho, gran conocedor del ganado caprino, parece difícil pensar que pudiera confundirse al definir lo que asomó bajo los faldones de aquél ser. Aunque puede, por otro lado, que el pastor de Garganta, ante la observación de algo completamente extraordinario, lo asociara con algo propio de su medio y narrar mejor lo que había visto.
Sea como fuere, lo cierto es que para el bueno de Pancho aquello cambió su vida. José comenzó a llevar una vida muy religiosa y miraba, con recelo, a la montaña donde un frío día de 1.948 tuvo un encuentro con lo desconocido.
Estos son los dos sucesos de Garganta la Olla, distantes en el tiempo pero con gran similitud en las descripciones de los seres. Un tipo de figura humanoide que aunque no es el más repetido en las estadísticas relacionadas con los ovnis y sus tripulantes, sí es conocido por la ufología. Su conexión con las naves extraterrestres y su aspecto, semejante al de una aparición de espectral, hacen, si cabe, más inquietante e interesante su investigación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario